26 marzo 2023

Guía novelada de Encierro.

"Encierro"

Una aventura de Incanus @2021.




La mente no siempre puede confinarse.

Me despierto y con algo de desgana me levanto de la cama.                             Sin demasiado entusiasmo entro al baño y me doy una ducha no muy larga. Cuando corto el agua, los ventiladores de los costados y el techo me secan en segundos. Vuelvo al dormitorio y me visto...
...y así, apenas después de un rato de despertarme, ya estoy desocupado para el primer día del fin de semana. 
No sé realmente qué haré el resto del día: estoy harto de ver películas o noticias o series de televisión; chatear con los amigos ya no me entusiasma demasiado, para no hablar de las videollamadas a la familia.
Como los viernes trabajo media jornada, ayer hice el aseo del apartamento y he enviado ropa a la lavandería.
Incluso tuve mi sesión semanal con mi terapeuta, pero honestamente... no creo haber sacado nada en limpio: estamos probando algunas nuevas formas de manejar mi ansiedad por esto del encierro. Me ha dicho que no me preocupe demasiado si de pronto me siento algo desorientado, ando más distraído o acaso tengo ensoñaciones, que es parte del tratamiento y etc. etc. etc.
Sé que tiene buenas intenciones e incluso veo un interés algo más que profesional en sus preguntas en la sesión...
...pero es que ya empiezo a estar harto.
Harto del trabajo remoto. 
Harto del encierro.
Harto de las noticias sobre la pandemia. Harto del aislamiento y la soledad.
Harto de mí mismo, de no saber mejor cómo sobrellevar esto con algo de imaginación, como si
pasarme películas en la cabeza sirviera de algo para alivianar esta sensación de vivir preso.
Pero bueno, es un nuevo día.
Quién sabe, puede que justamente hoy descubra el secreto para escapar del encierro.
Aunque sin salir del apartamento, claro está...

Contemplo los muebles de la sala. Lo que más me gusta es el armario. Me acerco al armario para abrirlo.
Estoy a punto de abrir el armario cuando veo una nota pegada. Es una nota explicativa que me dejó el terapeuta, para que la lea si de pronto me siento desorientado debido a los efectos de la hipnoterapia. Dejó copias en varias partes de la casa, como precaución.
La nota dice así:

"Recuerda que la hipnoterapia que estamos llevando es sólamente paliativa para tus problemas de ajuste al encierro.

Si tuvieras ensoñaciones, desconcentración o incluso sueños lúcidos no debes preocuparte: intenta recordar lo que puedas y lo comentaremos en nuestra siguiente sesión."

(suspiro)

Lo tendré presente...

Soy una persona normal, adulto de... digamos que algunos años. Estoy en razonable estado físico, especialmente después de tanto encierro.

Abro el armario y siento como si hubiera vuelto a ese recuerdo de unas vacaciones: un día hermoso, casi perfecto.

- Un día a orillas del mar...

Han sido días muy duros.

Mucho trabajo y poco descanso: los amigos y la familia lejos... y yo mismo algo apartado de todo: el proyecto era importante y había que terminar a tiempo a como fuera lugar. Hubo que sacrificar mucho, pero lo logramos y ahora tengo mi recompensa: un mes de vacaciones.
Algunos colegas prefirieron irse de gira por varias ciudades: mucha fiesta y turismo a destajo.
¿Yo? Yo elegí esta playa perdida, lejos de todo y (supuestamente) de todos. Ayer instalé mi camping al interior y hoy voy a acercarme a la costa.

El día está lleno de promesas...


La playa a orillas del mar es muy hermosa. La arena, el mar, el cielo... todo está en paz e invita al descanso y a la contemplación: podría estar aquí días sin cansarme de contemplar el paisaje.
Por el este se llega al borde una jungla y todo alrededor un escarpado roquerío.

Me doy cuenta de que soy una persona normal, adulto de...  no importa cuantos años. Estoy en muy buen estado físico: la vida al aire libre me ha sentado muy bien. Llevo mi bañador y mi bolsita de tela. Abro la bolsita de tela.

Buscando en la arena encuentro unas conchitas de formas redondeadas. Las cojo y las meto en la bolsita que cierro por si acaso.

Voy hacia las rocas y las observo con detenimiento. Son unas rocas escarpadas y altas que rodean por completo la playa, protegiéndola del viento. No se sienten como un muro sino más bien como una cortina sólida, que brinda privacidad y refugio. Puedo regresar a pie o nadando.

Buscando en la arena encuentro unas conchitas alargadas que recojo y guardo en mi bolsita. Rebusco en la arena que escapa entre mis dedos pero no encuentro nada más.
Vuelvo a la hermosa playa. Me adentro en el mar y empiezo a nadar...

El suave vaivén de las olas me arrulla y el agua me refresca. A veces me acuerdo de mover los brazos o las piernas, pero quedándome quieto floto sin problema y el tiempo pasa dulcemente.
El agua es tan clara y limpia que puedo distinguir la arena del fondo a mis pies.

Me apunto una ¡qué relajación!
Removiendo la arena encuentro unas conchitas coloridas en la arena del fondo. ¡Qué bonitas!Me sumerjo y recojo las conchitas coloridas. Son tan hermosas... Me apunto una.

Salgo del agua, abro la bolsita de tela y meto las conchitas coloridas dentro de la bolsita de tela.

Buscando en la arena encuentro unas conchitas de formas redondeadas, las recojo y  meto las conchitas redondas dentro de la bolsita de tela.

Al final de la playa se llega a una jungla densa y tupida. La arena llega al borde de los matorrales y no se distingue sendero alguno. Todo está en paz. Puedo regresar a pie o nadando.

Buscando en la arena encuentro unas conchitas puntiagudas.Las recojo y las meto dentro de la bolsita de tela. He reunido una bonita colección de conchitas y las contemplo embelesado.

Miro al cielo, tan limpio y contemplo el mar, tan sereno. ¡Qué día más hermoso!

De repente me encuentro de vuelta en la sala del departamento. Me apunto un tanto por haber disfrutado de la playa.

Entro al dormitorio del departamento. Veo una cama y un ropero no muy grande al costado. Tiene un baño en suite lo que no es mala cosa. Desde aquí puedo salir al balcón o bien volver a la sala.

Abro el ropero y siento un profundo cansancio: como si estuviera volviendo a hacer algo que ya he hecho una y otra vez. Casi como si estuviera cumpliendo con una larga sentencia en una prisión, de la que nadie vendrá  a rescatarme...


Despierto mirando el techo de...
- la caverna.

Con un quejido, intento levantarme, pero no lo consigo: sencillamente, no tengo ánimo para hacerlo. Ya no recuerdo lo que fui y apenas sé lo que soy: un prisionero, pagando por un crimen del que ya no tengo memoria alguna.

¿Mi sentencia? Servidumbre como uno de tantos guardianes de las cumbres, manteniendo los templos que agradan a los que Vienen de Arriba.

Intento quedarme dormido, pero es inútil, pues sé que si no atiendo a mis obligaciones no podré comer hoy: estando en la cima de la montaña, sólo los que Vienen de Arriba pueden traer provisiones... y las mías se han agotado ayer. Es bien simple en verdad: o cuido del templo en la cima o moriré lentamente de hambre. Aunque ni siquiera la inanición me libraría de mi condena...
 
Estoy en el interior de la caverna, tendido en el jergón rodeado de la roca de la montaña, casi sintiendo el peso del techo sobre mí. Aparte mi jergón y algunos enseres, el lugar está vacío. Por la salida entra aire y la luz del exterior.
Me levanto del jergón. La verdad es que acostarse en el jergón no descansa mucho más que estar de pie...

Recojo la manta, la estiro y la doblo con cuidado. Queda algo mejor para protegerme del suelo de la caverna.

Mis enseres son apenas un plato y un jarro que uso como loza. No son gran cosa como utensilios, pero me sirven para comer... cuando tengo algo: hoy ya no me queda nada y a menos que atienda a mis obligaciones eso no va a cambiar. Están desperdigados por la caverna, afeando el lugar.

Con cuidado, limpio el plato del polvo y algunos restos secos y lo dejo con cuidado al lado del jergón. Después limpio el jarro de polvo y lo dejo con cuidado al lado del jergón. El lugar se ve un poco mejor ahora.

Me apunto un tanto: Con el jergón y los utensilios en orden, el lugar ya no parece un cuchitril.


Salgo a la cornisa que se asoma al horizonte infinito, con nada más que el cielo encima mio. A la distancia se ven las nubes y debajo se adivina un abismo insondable... que me impediría a moverme del vértigo, si no estuviera ya acostumbrado. 
Al final de la cornisa una escala sube hacia el templo de los que Vienen de Arriba, en la cima. La entrada de la caverna esta detrás mio.

El suelo de la montaña es de roca, durísima y áspera. En el suelo encuentro un guijarro que recojo.

Subo por una escala de escalones estrechos y empinados. Un descuido aquí podría matarme, así que intento ir con calma. El ascenso es largo hasta la cima, donde está el templo de los que Vienen de Arriba.

Sigo subiendo hasta la cima de la montaña que sirve para sólo para sostener el templo: no hay cómo rodearlo sin despeñarse. La vista es magnífica: el cielo nos rodea por todas partes. Salvo la escala para volver a la cornisa, la única vía posible es entrar al templo de los que Vienen de Arriba.

Paso al interior del templo de los que Vienen de Arriba. La luz del exterior escasamente permite ver algo más que el monolito situado en el centro del templo y la antorcha engarzada en la pared a un costado. La única salida es al exterior.

Veo una antorcha de metal aferrada a la pared justo al lado del monolito. El hueco para el aceite está vacío. En el suelo, oculto en las sombras, está el jarrón de aceite para quemar. Con mucha dificultad levanto el jarrón de a poco. Es pesadísimo...
Con cuidado vierto el aceite en el hueco de la antorcha. Cuidadosamente bajo y dejo el jarrón de vuelta en el suelo.

Golpeando la antorcha con el guijarro hago saltar chispas y enciendo la antorcha, que empieza a derramar su luz sobre el monolito. Me apunto una, bien hecho.

A la luz de la antorcha y usando mi túnica como un mero trapo voy limpiando el monolito una mancha por vez. Al cabo de un rato largo la superficie reluce como espejo y el monolito comienza a reflejar la luz de la antorcha iluminando todo el templo como si alguien hubiera encendido el sol en su interior.

Me pongo mi túnica y suspiro, cansado.

Por hoy he cumplido con mi labor como guardián de una las cumbres y puedo volver a descansar. Pronto habrá que limpiar el monolito de nuevo. Así habrá de ser, mientras así lo quieran los que Vienen de Arriba, una y otra vez. Algún día, los que Vienen de Arriba estarán, por fin, satisfechos con mi servicio y cuando me vaya a dormir ya no volveré a despertar...


De vuelta en el dormitorio me apunto una más por haber logrado realizar mi trabajo.

Entro en el baño del departamento que está razonablemente equipado, aunque resulta algo estrecho. Una ducha, un sanitario, un lavamanos y poco más. Siempre he sentido frio al entrar a este cuarto, aunque deben ser ideas más porque no está mal aislado. Desde aquí solo es posible salir de vuelta al dormitorio.

El sanitario es blanco y cómodo, sin estanque a la vista. Tiene su tapa plástica implecable, que esta cerrada. Junto a él bajo del botiquín está el lavamanos de enlozado blanco, con grifería de metal y está todo limpio.
El botiquín queda sobre el lavamanos. Es un gabinete con un espejo que sirve de puerta. Lo uso sólo en la mañana durante mi aseo diario. El resto del tiempo lo dejo en paz... no me queda vanidad ni ganas para otra cosa. Adentro guardo algunos utensilios de aseo.
Hay una nota pegada en la puerta del botiquín.

Abro el botiquín y de pronto el frio del baño se vuelve más intenso, como si una ráfaga de hielo hubiera surgido del interior del gabinete.

Y me pongo a temblar...

- La tundra.

Estoy helado y tengo hambre.

No es distinto a como estuve ayer y creo que mañana tampoco será muy diferente. Sin embargo, yo me presenté como voluntario para explorar el territorio e identificar las rutas y guaridas de animales para las grandes batidas de caza en primavera: no hay otra manera para alguien tan joven que quiera ganarse el derecho a un lugar entre los cazadores...

...y sólo los cazadores pueden formar familia, cosa que mi pareja y yo ansiamos hace ya varias estaciones.

Aquí estoy, pues, enfrentando el frio y la ausencia.

Ya ni siquiera necesito alejarme del iglú, pues tengo la tarea hecha hace media estación: quiero causar buena impresión a los otros cazadores y no dejar lugar para la duda o la controversia; me he ganado mi derecho a pulso y toda la tribu será testigo de ello. Sólo resta sobrevivir hasta el deshielo...

...y soportar la espera en esta espantosa soledad.


Entro a mi iglú. Es tosco y pequeño pero permite mantenerme con vida, pese a que casi noto la diferencia con el exterior: el frio es apenas soportable, pero es preferible estar aterido a el sueño de la muerte en el hielo. Hay una pequeña salida en el muro.

Salgo afuera y me encuentro en la tundra que no es más que un páramo helado y desolado, un desierto blanco hasta donde la vista alcanza. Faltan meses para los primeros deshielos y mientras tanto el truco es mantenerse vivo, luchando contra el frio y el hambre. En general, solo me alejo de mi iglú cuando no puedo encontrar comida aquí cerca.

Usando la punta de la lanza con cuidado, golpeo el hielo en el suelo hasta abrir un agujero para pescar...
...y de hecho se ven formas que se mueven en el agua. ¡Peces! Buena cosa: no tendré que pasar hambre hoy.
He dejado trozos de hielo todo alrededor del agujero. Los recojo.

Compruebo tanto Las paredes del iglú, como el techo que están hechas de hielo compactado. Me costó lo suyo levantarlas, pero me resguardan del frio... excepto que ahora descubro una grieta. Si no la sello pronto, tendré problemas así que meto los trozos de hielo en la pared. Metiendo los trozos de hielo con cuidado en la grieta la dejo bien sellada y reparo así la pared del iglú. Menos mal. El viento helado terminaría por derrumbar el muro si no lo mantengo entero. Me anoto otro tanto.
Miro el agujero en el suelo. Tiene bordes irregulares. A pesar de la oscuridad, puedo ver el agua sobre la que está todo el suelo alrededor. En el agua se adivinan las formas de los peces nadando. Intento pescar un pez con la lanza, con rapidez meto la lanza en el agua helada y con igual velocidad la saco con un pez ensartado en la punta. Es grueso y largo como mi brazo: me dará de comer por hoy... y mañana también, si lo raciono.
Otro día más en que he logrado vencer al frio, al hambre y a la soledad atroz de este desierto helado.

Supiro y miro a la distancia, esperando ver llegar al resto de la tribu para poder volver a cazar, amar, vivir y morir entre los mios...


Estoy de vuelta en mi apartamento. Me anoto una por haber logrado sobrevivir.
Salgo al balcón que es tan ancho como la sala y la mitad de profundo... o sea que es una terraza no demasiado grande, pero sirve para salir al 'aire libre', ver mi barrio y más allá la ciudad. Desde el balcón puedo entrar de nuevo a la sala al sur o bien llegar al dormitorio.

Atravesando la sala accedo a la cocina del apartamento la cual es larga y angosta, pero no me molesta lo estrecho del lugar: suelo pedir comida a domicilio, así que no la uso a menudo para preparar comida. Tiene un mesón que distribuye los electrodomésticos y una alacena por encima del mesón.

La alacena de la cocina está encima del mesón y es casi igual de ancha. Tiene bastante espacio para platos y alimentos no perecibles... pero permanece vacía. Con esto de la comida a domicilio ya ni siquiera tengo cubiertos ni loza y apenas la uso para guardar alguna cosa que se me antoja comprar. Hay una nota pegada en la puerta de la alacena.
Abro la alacena, descubriendo un frasco de miel. Lo cojo y lo abro. Acerco el frasco a mi rostro y el aroma de la miel inunda mis sentidos... y ya es suficiente para mí: cierro el frasco y mientras lo guardo en la alacena, el perfume de la miel despierta mis recuerdos.

Casi puedo sentir el calor del sol filtrándose entre las ramas de un árbol...
el zumbido de las abejas... y el olor tibio del panal, casi al alcance de mi mano.
No existe el ayer ni tampoco el mañana. Solo estoy gozando del ahora.

Estoy vivo y la naturaleza me arrulla. Voy a disfrutarla...

- El claro del árbol.
El árbol se eleva en medio del claro, como una torre viviente. Todo alrededor puedo sentir como la vida fluye, yendo y viniendo en un flujo que no cesa, cálido y adormecedor. Desde el oeste siento el perfume de un campo de flores y al este se adivina el frescor de una laguna. El árbol está en medio del claro, elevando su tronco al cielo como una torre viva. Su follaje cubre casi todo el claro, dando una sombra fresca, mientras que sus gruesas raices se hunden en la tierra, algo seca. Su follaje cubre casi todo el claro. Miles de hojas cuelgan de sus ramas, largas y gruesas, dando una fresca sombra todo alrededor. Desde muy arriba, desde un panal oculto, llega el zumbido apagado de unos insectos. El panal se divisa oculto entre las ramas, insinuado apenas como una forma opaca y redonda. Hay algunos pocos insectos revoloteando alrededor, pero son muy escasos y vuelan lentamente, como adormecidos.
El árbol está en medio del claro, todo alto y verde. Sus raices se hunden en la tierra, algo seca y dura. No puede ser bueno para el árbol: por profundas que sean sus raíces, a la larga la falta de agua empezara a afectarlo.

El campo de flores está junto al árbol y resulta una vista a la vez alegre y tranquilizadora. Los tallos de las flores se elevan entre la hierba, como queriendo alcanzar el cielo, buscando la luz. Cerca puedo ver una laguna.

Me acerco a la laguna que promete descanso y frescor. Sus aguas, limpias y cristalinas, reflejan el cielo como un espejo. La superficie es apenas perturbada por la brisa, que no hace más que acentuar la calma y la paz del lugar.

Miro el suelo y descubro que la tierra de la orilla está convertida en fango, de tanto estar en contacto con la laguna. Con cuidado, voy cavando desde la orilla hacia el claro y así logro que llegue el agua al claro del árbol, que falta le hace.

Vuelvo al claro del árbol y compruebo que por donde he cavado, el agua ya está fluyendo de la laguna al borde del claro. Con cuidado, voy cavando desde el borde del claro hacia el árbol hasta que el agua lentamente termina por llegar a las raices.El árbol está ahora a salvo de la sed y la sequedad. Me anoto una por el buen trabajo realizado.

Con ternura pongo mis brazos en torno al árbol e intento hacerle sentir mi agradecimiento por su sombra y la vida que cobija. Al cabo de un momento, con los brazos ya algo cansados y el corazón bien lleno, me alejo del tronco y suspiro, satisfecho.Me anoto otra.

Vuelvo paseando hasta el campo de flores que está junto al árbol y resulta una vista a la vez alegre y tranquilizadora. Los tallos de las flores se elevan entre la hierba, como queriendo alcanzar el cielo, buscando la luz. Con cuidado me apoyo en los tallos de las flores suavemente, empujándolos un poco. Al soltarlos, los tallos se balancean en un movimiento suave y sinuoso.
En breve el movimiento termina por abrir las flores, que extienden sus pétalos, soltando una tenue nube de polen que pronto se dispersa.
Al cabo de unos momentos, los insectos del panal llegan hasta las flores y pronto hay un continuo ir y venir desde las flores al árbol allá en el claro.

Regreso nuevamente a la cocina de mi apartamento. Me anoto una, me siento bien..

El mesón es el principal mueble de la cocina. Es largo aunque más bien angosto. En su extremo izquierdo está la estufa encimera y hay un refrigerador en el extremo derecho. La alacena está por encima del mesón y debajo está el basurero.

Abro el refrigerador, descubriendo unos restos de comida que recojo. Miro en el basurero de la cocina. UÚltimamente con esto de la comida a domicilio, sólo lo uso para poner los restos de lo que no me como: ya no me acuerdo cuándo fue la última vez que puse aquí algo que yo haya usado para preparar algo. Hay una bolsa de basura vacía instalada en el basurero. Meto los restos de comida dentro de la bolsa de basura y la cierro y la cojo.
Cierro el refrigerador.
Ahora mismo llevo una bolsa de basura (que está cerrada), un frasco de miel y mi ropa.
Abro la puerta de mi departamento. El pasillo de acceso del piso es bastante largo y un tanto angosto, aunque no llega a ser un problema para las mudanzas... cuando las hay. A cada costado del pasillo están las puertas mi apartamento y las de mis vecinos, mientras que en los extremos están las escalas y una salida que llega al cuarto del ducto de basura.

Cierro la puerta de mi apartamento antes de salir del pasillo.

Entro en el cuarto del ducto de eliminación de basura que tiene un aspecto bastante espartano. Aparte del ducto no hay nada más; ni siquiera tiene una puerta en la salida al pasillo, así hay que poner atención con el ducto si se quiere mantener la higiene, ejem, olfatoria del piso... y del edificio, a la larga.

Abro el ducto de basura y meto la basura en él. La escucho caer varios pisos abajo hasta que, con un golpe sordo, da con el depósito del edificio.
No importa cuantas veces hago esto, cada vez que me deshago de unos desechos, no puedo evitar un cierto sentimiento de culpa...


Lo hemos logrado. Hemos roto la barrera del tiempo y podremos escapar a un pasado remoto: cientos de millones de años antes de la primera especie inteligente, cuando la Tierra era joven. Un mundo pleno de recursos que sabremos cuidar sin dejar huella de nuestro paso y sin cambiar la historia futura.

Pero antes del Gran Viaje, queremos aprender del pasado más reciente y entender por qué heredamos este mundo, un planeta agotado, en que apenas sobrevivimos.

Me han honrado como viajero temporal, para ayudar a construir un mapa del tiempo pasado y asegurar así nuestro futuro.


- Las ruinas
Todo enrededor mío puedo ver restos un asentamiento construido, ahora en ruinas. Hay varios edificios semi destruidos agrupados en torno a un espacio central más o menos despejado. Los edificios se vuelven más escasos hacia el norte, al tiempo que el terreno se ve fragmentado. Hacia el oeste se ven los restos de un camino que llega hasta las ruinas. Hacia el este las estructuras desaparecen y se divisa una zona árida.

Alguna vez estas estructuras se elevaban orgullosas al cielo, pero ahora sólo son amasijos derrumbados en los que no se distingue forma o detalle alguno. Dónde habían estado los accesos a nivel de suelo sólo hay escombros apilados y no se ve manera alguna de bajar a los niveles subterráneos o a los pisos superiores.
Hay un tarro entre los escombros, quizá lo recoja después.

Estoy contemplando un cráter inmenso donde alguna vez estuvo el resto de la ciudad, cuyas ruinas escasas quedan ahora al sur. La depresiòn se extiende hasta donde la vista alcanza y puedo ver los bordes escarpados de restos fundidos curvàndose en la distancia al este y el oeste.

Examino el suelo que se ha fundido en una masa de restos opaca y arrugada, levantàndose hasta formar el borde del cráter. En el suelo cerca del borde del cráter sobresale una barra gruesa. Pienso en recogerla tirando de ella pero como marcador temporal es un poco pobre. Mejor la dejo donde está.
Voy hacia el sur y me encuentro rodeado de ruinas de algo que pudo haber sido un grupo de edificios con un espacio despejado al centro. Hacia el norte el terreno se vuelve quebradizo, se ve el final de un camino hacia el oeste mientras que al este se ve una zona árida.

Contemplo el espacio central que está despejado y bastante limpio de escombros. No es enteramente plano y se eleva suavemente hasta formar un pedestal, junto al cual hay una estatua caída. La estatua es aparentemente un monumento de forma abstracta. Alguna vez pudo haber estado pintada, pero ahora sólo se ve el color gris del material con que fue tallada. Se ven huellas de los golpes que se ha dado cuando cayó junto al pedestal sobre el que probablemente se erguía. Intento levantar la estatua pero es demasiado pesada para mí. Necesito algo que me ayude a levantarla si quiero crear un marcador temporal eficaz.
Me dirijo al borde del crater y tiro de la barra. Con algo de esfuerzo logro sacarla del suelo.

En el espacio central entre las ruinas intento levantar la estatua con la barra y por fin usando la barra como palanca, levanto y empujo con cuidado la estatua hasta dejarla sobre el pedestal. Este cambio ha creado un marcador temporal que podremos usar para datar mejor el periodo. Me anoto una.


Camino hasta el erial. Las ruinas al oeste desembocan aquí en una vasta zona desértica y sumamente árida. Como el resto del paisaje en los alrededores, sólo se ve un erial desolado hasta el horizonte lejano.


Voy andando hasta el camino que alguna vez fue una vía principal o una carretera de cierta importancia, considerando su ubicación respecto de las ruinas hacia el este. Ahora sólo quedan trozos rotos con escasa continuidad, alejándose hacia el oeste hasta donde la vista alcanza.

Miro al suelo y descubro que el camino es alguna forma de pavimento más bien grueso y uniforme, aunque ahora sólo quedan trozos grandes.
Hay una planta creciendo entre las grietas del pavimento.Es una planta pequeña y verde, de hojas redondeadas y gruesas: seguramente algún tipo de suculenta. De alguna manera ha brotado en medio del pavimento, pujando entre las grietas. Vuelvo hasta las ruinas y recojo el tarro y después con cuidado, cojo la planta con algo de la tierra alrededor y la pongo dentro del tarro de lata.

De nuevo en el erial, no sin bastante esfuerzo logro romper la superficie del suelo con la barra. Con cuidado, dejo la planta y la tierra en que crecía en el suelo del erial. Este cambio ha creado un marcador temporal que podremos usar para datar mejor el período.

Espero que esto nos ayude para saber que llevó a los antiguos a destruirlo todo. Por más que viajamos al pasado posterior a la Catástrofe aun no logramos entender porqué agotaron sus recursos ni cómo eso los llevó a su guerra de devastación total.Queremos aprender de sus errores, antes de que nuestra tecnología nos haga repetirlos.

Activo la secuencia de regreso del traje y me adormezco mientras regreso a mi tiempo.

Sacudo la cabeza, tratando de despabilarme.

El terapeuta puede creer lo que él quiera, pero la hipnosis no está funcionando para mí. 'Sueños lúcidos' o lo que sean, lo cierto es que estoy empezando a disfrutarlos y temerlos a la vez: si vienen de alguna parte de mi mente, no es de un lugar que esté en paz.

No me siento, de hecho, más descansado ni estoy más tranquilo que antes: menos los fines de semana, cuando tengo demasiado tiempo libre y mi mente comienza a divagar.

Sigo sintiendo ansias de libertad y una inquietud profunda: unas ganas casi irrefrenables de salir corriendo y dejar atrás este apartamento, cuyas paredes ya empiezan a desesperarme.

De nada sirven las reuniones virtuales o los juegos inmersivos, nada de eso parece funcionar del todo; no hay tratamiento ni lo habr? que me quite el deseo de salir a caminar por la calle, a correr en el parque, incluso para perderme en un mar de gentes que ya no existe en parte ninguna, pues la mayoría, como yo, permanecen confinados para no morir.

Camino al balcón y contemplo la ciudad, un paisaje de quietud casi fantasmal.
Apenas se escucha el ruido lejano de alguna ambulancia y en la calle sólo se ven, de cuando en cuando, los repartidores en sus bicicletas con su deambular casi mudo.

La vida media de esos tipos y tipas corajudos es más bien baja, pero al menos pueden salir de casa por unas horas mientras mantienen funcionando apenas el comercio y la salud. Ya me gustaría ser uno de ellos, pero cuando envié una solicitud fue rechazada en cuestión de minutos; sea lo que haga falta para esos trabajos, claramente yo no lo tengo.

Con un suspiro, vuelvo la mirada a la sala, tan pequeña en espacio y tan inmensa en soledad.

La próxima semana postularé a un trabajo de fábrica o de granja: cualquier cosa que me saque de aquí, aunque sea por unas horas.

Al principio dijeron que el confinamiento sería temporal, que las vacunas acabarían por aplacar el virus y en cosa de meses volveríamos a la normalidad. Vamos ya para tres años y nadie sabe para cuántos más: la enfermedad ha ido mutando continuamente y hasta la población naturalmente inmune no esté a salvo; hay rumores de...

Pero de nada sirve creer en cuentos o acaso soñar. Sólo queda persistir y buscar nuevas maneras de desconfinar la mente.

Aunque la mente se resista...

2 comentarios:

  1. Muchas por tu preferencia y por el trabajo ingente necesario para generar está solución novelada.

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  2. Genial tener la solución narrada de esta aventura tan especial

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